miércoles, 6 de enero de 2016

Mis Reyes, tus Reyes, el Rey.

El 6 de enero, se festeja la solemnidad de la Epifanía del Señor que significa "manifestación". Jesús se da a conocer. La Iglesia celebra como epifanías tres eventos: La Epifanía ante los Reyes Magos (Mt 2, 1-12); ante San Juan Bautista en el Jordán y ante sus discípulos en el comienzo de su vida pública con el milagro en Caná.

La Epifanía de Belén, es la más celebrada. Esta, hace referencia a tres magos. Sus nombres no aparecen en las Sagradas Escrituras, pero la tradición les ha atribuido algunos. En un manuscrito de París a fines del siglo siete aparece que se llamaban Bitisarea, Melchor y Gataspa, pero en el siglo nueve se empezó a propagar que eran Gaspar, Melchor y Baltazar.
Melchor es graficado generalmente como un anciano blanco con barba en representación de la zona europea y ofrece al Niño el oro por su realeza. Gaspar por su parte,  representa a la zona asiática y porta el incienso por la divinidad de Jesús. Mientras que Baltazar es negro por los provenientes de África y regala al Salvador la mirra, sustancia que se utilizaba para embalsamar cadáveres y obra como símbolo de la humanidad del Señor.
Además, los tres hacen referencia a las edades del ser humano: juventud (Gaspar), madurez (Baltazar) y vejez (Melchor).
De allí sobreviene la tradición de hacer regalos a los niños el día 6 de enero, correspondiéndose a la generosidad que estos magos tuvieron al adorar al Niño Jesús y hacerle regalos tomando en cuenta que "lo que hiciereis con uno de estos pequeños, a mi me lo hacéis" (Mt. 25, 40).  
Es una forma de hacerles vivir hermosa y delicadamente la fantasía del acontecimiento y a los mayores significarles, una muestra de amor y fe a Cristo recién nacido.
Y aquí quiero detenerme para referirme a mis Reyes que eran dos, Mauro y Carmen, quienes cada enero comenzaban a palpitar la emoción de la llegada de esos Reyes con la "cartita", la liturgia del pasto, el agua y los zapatos. Estos a veces eran desgastados, raídos por el tiempo; pero así y todo albergaban la esperanza de un mágico regalo. 

Y cada seis de enero encontraba una sorpresa, a veces no era lo que pedía. Pero estaba la explicación, los reyes están pobres y no les alcanzó para traerte aquello, pero te trajo esto. 


Bendita tradición que luego se transmitió y pude ser un rey, que a veces caminaba (ni camello ilusorio había en ocasiones) a veces sin conseguirlo fácilmente, pero sabía que a la mañana ellos buscarían su regalo y ese regalo les despertaría una sonrisa. Y también había explicaciones, como que los camellos se extraviaron o se quedaron sin agua. 

Nadie podrá excluirse de esa magia y ese momento inolvidable que representa la sonrisa de un niño. Y se transmite de generación en generación, con tecnología, nuevas formas, pero lo que nunca debemos cambiar u olvidar, es el mensaje de amor que representa más allá del consumismo. 

Un renovado agradecimiento a mis Reyes Mauro y Carmen, genios en creatividad, para despertar en mi rostro gris, la más grande de las sonrisas. Feliz día mis Reyes eternos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario