Del cielo caen
capullos, puros de algodón
a veces no los
pedimos,
desafíos del
destino
son regalos de
Dios.
Capullitos
temblorosos
de ojitos
cristalinos,
su llanto es un
bálsamo,
su risa, fuerza del peregrino.
Atrás quedan los
enojos
por la sorpresa y
el desatino,
oídos sordos a los
paradigmas,
sólo aleluyas al
bambino.
Retoños trémulos de pavor
que una rama viril
han perdido,
¡coraje¡ que su
tronco femenino
les dará su savia
a lo largo del camino
Del cielo caen
capullos,
puros de algodón, marioneta del destino,
Madre luchas sola porque
sabes,
son las huestes ... del ejército divino.
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